La situación económica de los españoles y, por tanto, de los barceloneses, era muy difícil. En esa situación, al subir el Gobierno las tarifas de los tranvías de Barcelona pero no los de Madrid, a finales de 1950, provocó un malestar en la población, que se desencadenó en un boicot a los tranvías a partir del 1º de marzo de 1951. Ante la unidad que tuvo el pueblo barcelonés al no utilizar el tranvía, el Ministerio ordenó la suspensión de la subida.
La Organización Sindical pidió a los enlaces sindicales, durante una asamblea celebrada el mismo día en el que se volvía a las tarifas antiguas en los tranvías, el que fueran los primeros en utilizarlos. A ésto se respondió con el alboroto y se convocó una huelga general para el 12 de marzo, que se llevó a cabo y que duró varias días más pero con una menor participación. El Gobierno dictó sanciones económicas para los trabajadores que secundaran la huelga, pero especialmente la pequeña y mediana empresa, no denunció a los huelguistas.
La huelga barcelonesa fué seguida por otras importantes en el País Vasco durante la primavera del mismo año. Todas tuvieron su origen en las malas condiciones en que vivía la clase trabajadora y la postura patronal fué conciliadora, oponiéndose en general a seguir las órdenas de represalías dictadas por los Gobernadores Civiles.
El PCE, sin el apoyo de las otras fuerzas de la oposición debido a su falta de coordinación, impulsó en Madrid para el 22 de mayo de 1951 un boicot al transporte público, a la prensa, al comercio y a los espectáculos, llevándose a cabo sólo de una forma visible en los barrios obreros.
A partir del año 1951 y hasta 1955, al aumentar el nivel de vida de los españoles, las acciones reivindicativas obreras fueron escasas, aunque también influyó en ello el encarcelamiento de muchos militantes de partidos y sindicatos clandestinos.
Al anunciar la dirección de Astilleros Euzkalduna, de Bilbao, el 30 de noviembre de 1953, la suspensión de los destajos y de las horas extraordinarias, se inició una huelga que terminó pocos días después, al aceptar la empresa el consejo del Gobierno de aumentar los salarios, aunque despidíó a varios trabajadores.
El Gobierno aumentó los salarios en enero de 1954, pero la subida pronto quedó empequeñecida debido a la fuerte inflación. Con esta subida el Gobierno tenía una justificación para reprimir con más fuerza a los movimentos obreros y por lo tanto sólo se llevaron a cabo pequeñas acciones reivindicativas.
La subida general de precios durante 1955 y 1956 fue enorme, mientras que los salarios estaban congelados. Debido a ello, el descontento de la clase trabajadora era enorme y temiendo el Gobierno que se produjeran nuevas huelgas, aumentó los salarios en el mes de marzo de 1956 un 16% y prometió otra subida para el otoño del mismo año del 6%.
La exigua subida salarial no satisfizo a los trabajadores y se lanzaron a la huelga durante el mes de abril, primeramente los de Pamplona, extendiéndose poco después a las otras regiones vascas. Esto ocasionó despidos y sanciones para diversos trabajadores, aunque en diferentes empresas lograron subidas salariales significativas.
En Cataluña también se realizaron huelgas como protesta por el alza de precios y demandando aumento de salarios durante el mismo mes. Por orden del Gobernador Civil, algunas empresas cerraron, pero al recibir Acedo Colunga, Gobernador Civil, órdenes de Madrid para que suprimiera la excesiva dureza con que las quería atajar, los empleados se fueron incorporando a sus puestos de trabajo paulatinamente.
Las huelgas señaladas provocaron que en el otoño el Gobierno subiera los salarios un 30% en lugar del 6% prometido, pero pronto quedó corta la subida al generar un alza de precios, especialmente durante las fiestas navideñas. Así, al subir las tarifas de los transportes públicos de Barcelona en enero de 1957, los usuarios los boicotearon y se llamó a la población a una huelga general que la Policía pudo abortar. La población madrileña se solidarizó con ese boicot efectuado otro de idénticas características durante dos días en el mes de febrero.
La oposición estudiantil universitaria provocó diversas manifestaciones en febrero de 1956 y en agosto fundó la Agrupación Socialista Universitaria, en la que sus miembros eran de diferentes ideologías.
A partir de 1957, al aglutinar los partidos obreros y los sindicatos clandestinos a la mayor parte de los impulsores del movimiento obrero, las huelgas comenzaron a estar organizadas, ya que se empezaron a formar comités de trabajadores en los centros de trabajo.
El PCE propuso una "jornada de reconciliación nacional" para el 5 de mayo de 1958, que se llevó a cabo con un pequeño boicot a los transportes públicos en los barrios obreros madrileños. A partir de las elecciones sindicales de 1957, de las que salieron elegidos enlaces sindicales un buen número de trabajadores ligados a organizaciones obreras, se relanzaron los movimientos huelguísticos, principalmente en las minas asturianas y en las fábricas del País Vasco y Cataluña.
El año 1959 comenzó con huelgas y paros parciales en diversas localidades de toda España. Por su parte, el PCE junto con algunos partidos burgueses recién formados en la clandestinidad, convocaron a la población a una "huelga nacional pacífica" para el 18 de junio, pero al pronunciarse en su contra las organizaciones del Frente Popular, fué un fracaso. En los años 1960 y 1961 continuaron los movimientos huelguísticos en España, provocados generalmente por los bajos salarios.
El año 1962 se caracterizó por el aumento de las huelgas, mayormente durante las discusiones de los convenios colectivos. Estas se iniciaron en la minería asturiana, extendiéndose a continuación a las provincias de Vizcaya y Guipúzoa, provincias en las que el Gobierno decretó el estado de excepción. Después de varios meses, el Gobierno decretó el aumento del precio del carbón, cuyo margen de beneficios sería destinado para el aumento del salario de los mineros, con lo que se fué volviendo a la normalidad en todo el país.
Durante estas huelgas, el sector más progresista del catolicismo español se solidarizó con los huelguistas, los mismo que un buen número de intelectuales. Por su parte, el Gobierno desarticuló varias organizaciones cladestinas.
A partir de 1963, aunque siguieron siendo ilegales hasta 1975, el Ministerio de Trabajo publicó datos sobre el número de huelgas anuales, siendo 1970 el año de más conflictividad con más de 1500 huelgas en toda España. Las zonas más industrializadas fueron las regiones más conflictivas en la década de los sesenta, a las que se unió, en la década de los setenta, algunas regiones predominatemente agrícolas.
De los círculos obreros católicos surgieron, entre 1960 y 1962, los sindicatos cladestinos Unión Sindical Obrera (USO)y Acción Sindical de Trabajadores (AST), siendo esta última el origen, durante 1969, del partido de ideología marxista-leninista Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT). De las comisiones de obreros que, a partir de 1957, habían surgido principalmente en las minas asturianas y en las fábricas vascas al introducirsde en ellas el PCE para dirigirlas, se fundó el sindicato Comisiones Obreras, que primero funcionó dentro del sindicato vertical y, que al ser declarado ilegal y sus miembros perseguidos policialmente, funcionó en la clandestinidad, lo que no le impidió ganar las elecciones sindicales de 1966, 1971 y 1975.
Como resumen, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de huelgas en España, de 1963 a 1974, pese a que estuvieran prohibidas, han sido las siguientes:
1963, 241 huelgas.
1964, 126 huelgas.
1965, 150 huelgas.
1966, 147 huelgas.
1967, 513 huelgas.
1968, 309 huelgas.
1969, 439 huelgas.
1970, 1542 huelgas.
1971, 549 huelgas.
1972, 713 huelgas
1974, 1926 huelgas.
BIBLIOGRAFÍA:
ALBA, V. El Partido Comunista de España. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1979.
ALBA, V. Historia de la Resistencia Antifranquista. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1978.
ALBA, V. La Oposición de los Supervivientes. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1978.
BENEYTO, J. Historia Social de España y de Hispanoamerica. Editorial Aguilar S.A. Madrid. 1973.
BIESCAR FERRRER, J.A., TUÑÓN DE LARA, M. España bajo la dictadura franquista. Editorial Labor S.A. Barcelona. 1980.
CAMACHO, M. Charlas en la prisión. El movimiento obrero sindical. Editorial Laia S.A. Barcelona. 1976.
CARR, R., FUSI, J.P., España, de la dictadura ala democracia. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1979
DE LA CIERVA, R. Historia del franquismo. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1979.
DIAZ-PLAJA, F. La posguerra española en sus documentos. Editorial Plaza & Janés S.A. Barcelona. 1970.
GALLO, M. Historia de la España franquista. Editorial Ruedo Ibérico. París. 1971.
IGLESIAS SELGAS, C. Los sindicatos en España. Ediciones del Movimiento. Madrid. 1966.
LLIBERT F., MUISI J., SANJUAN E., Las huelgas contra Franco. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1978.
MARTÍNEZ-LÓPEZ "EL QUICO", F. Guerrillero contra Franco. La guerrilla antifranquista de León (1936-1951). Diputación Provincial de León. Instituto Leónés de Cultura. León. 2002.
MIGUÉLEZ, F., La lucha de los mineros asturianos bajo el franquismo. Editorial Laia S.A. Barcelona. 1977.
PONS PRADES, E., Guerrilas españolas 1936-1960. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1977.
TAMAMES GÓMEZ, R., Introducción a la economía española. Alianza Editorial S.A. Madrid. 1978.
TUXELL GÓMEZ, X., La oposición democrática al franquismo. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 1977.